La muerte y yo no nos caemos bien.
Yo no festejo sus triunfos y ella no respeta a las personas que amo.
A ella le gustan los juegos del tiempo y a mi me gustan los juegos de la memoria.
Ella ríe al seducir a los vivos y yo lloro con sus trucos.
A mi me gusta defender cada suspiro y ella le gusta el sabor de la partida.
La muerte y yo no somos amigos.
Nos evadimos, al vernos en la esquina desviamos nuestros caminos, desviamos la mirada, nunca nos vemos de frente y no nos escuchamos.
La muerte y yo mantenemos una distancia.
Respetamos nuestros tiempos.
Escuchamos las mismas palabras, yo me aferro a la vida ella se aferra a la perdida.
Ella es ciega y lejana a los sentimientos, yo también soy ciego y ajeno a la realidad.
Yo evado obstáculos, libro batallas con la vida, espero al sol cada mañana, ella pone obstáculos, crea batallas y vive en la obscuridad.
La muerte y yo no nos hablamos, olvidamos nuestros nombres, nuestra dirección y nuestros rostros.
La muerte y yo nos conocemos desde hace tiempo y sin embargo tememos vernos, hablarnos y sentirnos.
Yo aun no encuentro mi tiempo y ella sabe cuando mi reloj parara y sin embargo ambos vivimos en puertas contiguas, pintadas de verde y con olor a hierva mojada.
Tal vez la muerte y yo no somos tan distantes y tal vez la muerte y yo tenemos mucho en común.
Ambos vemos el amor de los padres y el dolor de los hijos, escuchamos a los amigos llorar y a las personas amadas sufrir, entendemos que cada uno tiene su tiempo y su espacio, y encontramos besos tirados en el suelo cuando alguien amado parte.
La muerte y yo creo que nos entendemos, y tal vez nos caemos bien......
Aun así mantendré la distancia con ella..... la muerte tiene nombre de mujer y tendré que amarla pero darle tiempo, dejarla jugar pero entender cuando se enfada, escucharla tras las puertas discutiendo con el tiempo y negociando corazones.
Tal vez si me gusta la muerte aunque mate.